El Norte se afrancesa, pero… se olvidan del Señor
Cada día es mayor el número de Peregrinos que transitan por los Caminos del Norte, trayéndome irremediablemente a la memoria, mis primeros veranos por el Camino Francés en los que prácticamente sabías el nombre de todos los que coincidían contigo en la programación de las etapas. Pero otra muestra más de la paulatina pérdida de las tradiciones Jacobeas, a las que hacía referencia en mi aportación anterior, es que cuando los Peregrinos alcanzan la capilla de San Blas de Casquita, lugar en el que el Camino se bifurca, la mayor parte de estos toman el camino de la derecha, en dirección a Gijón, olvidando que; «Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y olvida al Señor».
Y el Señor se encuentra, precisamente, en su cercana Sancta Ovetensis, lugar desde el que El Camino se puede continuar en dirección a la villa de Avilés, si el deseo es proseguir por La Costa, o a Grado si se quieren seguir los pasos del rey Alfonso II, primer Peregrino reconocido.
Su figura de San Salvador, realizada en piedra caliza blanca policromada con una altura de 183 cm, reposa sobre una columna con capitel de veneras colgantes, adosada a una columna de la capilla mayor en la nave derecha de la Catedral Ovetense de San Salvador.
La imagen de Cristo viste túnica roja (color símbolo de la pasión y del triunfo) y manto azul (símbolo de la monarquía y del desprendimiento de lo mundano) recogido en su brazo izquierdo, en el que sostiene una esfera ceñida de cintas cruzadas perpendicularmente (signo de dominio universal), mientras eleva en gesto de bendición el brazo derecho. Tanto la túnica, bajo la que asoman los pies descalzos, como el manto están ribeteados con una cenefa dorada.
La talla luce abundante cabellera ondulada que cae sobre los hombros, dejando al descubierto las orejas, siendo también ondulada la barba que deja asomar una amplia boca, igual que la nariz y los ojos. Llama la atención el acentuado color de las mejillas, así como el rojo de los labios.